miércoles, 28 de septiembre de 2016

El utilitarismo y mi respuesta


El utilitarismo nació a manos de Betham, como una búsqueda hedonista del máximo placer, teniendo en cuenta la cantidad de felicidad global que causa una acción.
Sin embargo, John Stuart Mill especificó en está teoría un matiz cualitativo; Es decir, a la hora de tomar una decisión debemos tener en cuenta el placer que causa no sólo de una manera cuantitativa, sino respecto al tipo de placer del que se trata. Para Mill, el placer más valioso se trata de aquel que favorece la vida intelectual de una persona (alejándose así del hedonismo materialista).
Por último, el utilitarismo clásico ha sido retocado por Moore, quien denunció la subjetividad en la que se basaba este sistema. A su vez, propuso un utilitarismo "ideal", es decir, una búsqueda no de lo más placentero, sino de lo más valioso conceptualmente (lo más bello, lo más equitativo, lo más justo... étc) aunque esto no nos beneficie personalmente.

Tras estas tres corrientes, a las que podríamos llamar utilitarismo hedonista cuantitativo, utilitarismo hedonista cualitativo y utilitarismo ideal, respectivamente, han surgido muchas otras, todas ellas ligadas al empirismo, y en contraposición, la escuela deontológica.

La escuela deontológica es aquella que, al contrario que el utilitarismo, está atada a unas obligaciones morales insalvables, por lo que no puede buscar el placer ni el bien a costa de cualquier cosa.
Un ejemplo:
Un utilitarista sacrificaría a un inocente si esto consigue un bien mayor a escala global, sin embargo, a un deontólogo no se le pasaría por la cabeza.

Kant decía: «Todas las cosas tienen ‘precio’, pero el hombre tiene ‘dignidad’»


He aquí, desde luego, un problema nuclear de la ética en general: la cuestión del punto de partida de esta disciplina y, al mismo tiempo, del criterio al que ha de atenerse toda teoría ética. Ha sido el deontologista Ross quien ha recordado que filósofos morales tan clásicos y tan distintos como Aristóteles y Kant sostenían que las creencias éticas del hombre común no son simples opiniones ciegas, sino auténtico conocimiento; tesis a la que personalmente se suma. Efectivamente, estos tres autores (y en realidad la inmensa mayoría de los cultivadores de la ética) entienden que la filosofía moral debe partir de la experiencia; y la experiencia en ética son las convicciones morales que comparecen en la conciencia del sentido común moral. Naturalmente, asimismo estos tres pensadores advierten de manera explícita que, lógicamente, no todas esas convicciones son fiables y verdaderas. Justo por eso la tarea de la ética consistirá fundamentalmente en examinar todas esas opiniones, comprobarlas y en su caso ciertamente corregir algunas de ellas.
fuentes: http://www.philosophica.info/voces/utilitarismo/Utilitarismo.html